Gustavo López tiene 48 años y desde febrero se quedó sin la medicación que, sin suerte, le reclama al IOMA.”Es una carrera contra la muerte”, dice el paciente y afirma que sus hijas pueden “perder al único papá que tienen”.
Gustavo López tiene 48 años y desde febrero se quedó sin la medicación que, sin suerte, le reclama al IOMA.”Es una carrera contra la muerte”, dice el paciente y afirma que sus hijas pueden “perder al único papá que tienen”.