Efectista, pero con efectos berretas: la sangre no parece sangre. Los brazos, los dedos cortados y demás descuartizamientos causan más sonrisas que asco. Navegación de entradas Simón de la montaña, la discapacidad y el amor en un filme argentino premiado en Cannes Toneladas de dólares, cracks que vuelven jóvenes y (ahora) rigor táctico: por qué en las últimas seis Copas Libertadores la alegría es sólo brasileña