El abrazo del presidente norteamericano al autócrata ruso desbarata concepciones básicas de la geopolítica global y amenaza convertir a EE.UU. en una potencia desprestigiada y de segundo orden.
El abrazo del presidente norteamericano al autócrata ruso desbarata concepciones básicas de la geopolítica global y amenaza convertir a EE.UU. en una potencia desprestigiada y de segundo orden.