- Voy al probador con 23 prendas y me alegro por todas las que me quedan mal.
- Pero las que me quedan bien “¡Guau, mirá lo que soy, pero qué bomba Dalia!”.
- Veo el precio, no me copa, ¿me lo llevo? Y ahí empieza esa lucha interna por autoconvencerme de que sí, de que por supuesto ¿para qué laburo, loco?
