La montaña más alta de América seduce a andinistas de todo el mundo, pero un promedio de dos muertos por temporada prueba lo peligroso que es subirla. Sin embargo, ese número sería mucho mayor si no fuera por un grupo de hombres y mujeres que trabajan sin descanso y en alerta máxima, rescatando y salvando cada día a montañistas al borde de la tragedia.